Atendiendo
a las intervenciones del diálogo y teniendo en cuenta lo que se
narra, podemos afirmar que el tema principal del texto es el acoso.
Este
tipo de maltrato sigue, por desgracia, presente en nuestros días.
Un
claro ejemplo es el acoso escolar, denominado “bullying”.
Todos
hemos conocido alguna vez a un compañero tímido o que presenta
alguna diferencia física, que en algún momento ha sido la diana de
gente cruel, cuyo objetivo únicamente es mofarse del débil. Son
estas personas, las que maltratan, las que más defectos suelen
presentar, las que más complejos tienen. Pero prefieren reírse de
otra persona, para que él (o ella) no sufra eso mismo. Es decir,
para desviar la atención y que no se rían de él.
Estos
maltratos no son solo físicos (empujones, zancadillas, collejas,
etc...), sino también verbales. Y es que, como afirma Pamela
Palenciano “no solo duelen los golpes”. Unas cuantas palabras
cargadas de malicia pueden llegar a humillar a la víctima hasta
hacerla sufrir. Lo que comienza con una simple broma, puede
desembocar en algo muy grave.
La
mayoría de los casos de anorexia o bulimia, surgen de estas
“bromas”. Las víctimas comienzan a acomplejarse y a replantearse
si realmente son felices con su aspecto físico.
Muchas
de estas personas que son diariamente acosadas, no cuentan nada de lo
que les ocurre, por miedo a que las amenazas de sus agresores se
cumplan, por miedo a que sean humillados aun más.
En
los casos más extremos, la víctima incluso llega a suicidarse,
incapaz de soportar la situación en la que vive día a día.
Numerosos
libros cuentan historias sobre este hecho. Cabe mencionar el libro
“Eskoria”, en el que un joven sufre acoso y acaba haciéndose
amigo de otro chico que está en la misma situación.
En
resumen, se debe conseguir que la sociedad deje de lado los
prejuicios, las etiquetas, para que todo el mundo sea libre y feliz.
No hablo de una utopía, sino de una sociedad justa, en la que una
persona no tenga que juzgar a otra solo por su aspecto físico, su
procedencia, su cultura, etc...
Vivamos
y dejemos vivir en paz.
Lorena
Cazorla
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